La nueva adaptación de
Anna Karenina cortesía de Joe Wright nos ha sorprendido. Este joven cineasta, ya especializado en recreaciones históricas, ofrece una versión dinámica, fresca e innovadora de la novela. Y eso que las premisas iniciales nos hacían desconfiar: un largometraje de dos horas y media rodado integramente en un antiguo teatro de estilo victoriano. Pues resulta que la película hace todo un ejercicio no ya narrativo, sino cinematográfico. Las transiciones entre las escenas, sobretodo al comienzo, muestran toda la imperfección y el engaño propios del teatro (y por extensión del cine), lo cual no nos aleja para nada de la narración, al contrario! Nos ha fascinado. Si os gusta el cine de Kusturika o el Luhrman de Moulin Rouge encontraréis algunas similitudes. Y los ambiciosos travellings que ya había desarrollado tanto en Orgullo y Prejuicio como Expiación también tienen cabida aquí, al más puro estilo
Russian Ark de Sokurov.
Como detalle fashion la película se llevó el Oscar al mejor diseño de vestuario (por Jacqueline Durran). Una verdadera gozada para la vista!
